Exigen reglas más duras contra la moda de escuchar música a tope.
La EMT prohíbe la radio alta, pero Metro de Madrid deja un vacío al censurar únicamente lo que "se considere molesto".También provocan rechazo los gritos, los jóvenes que hacen botellón en los vagones, la gente que come o quienes no ceden el puesto a ancianos.
"Son insufribles. Van con su música bien alta, para que la escuche todo el vagón. Y no les pidas que la bajen, porque te comen. Yo, directamente ni me atrevo a decirles que la bajen. Me toca cambiarme de vagón y morderme la lengua". Este es el testimonio de Leonor Moreno, una viajera del metro de mediana edad que está "harta de las molestias"
Igual que ella, el resto de los usuarios consultados por 20 minutos se declaran "cansados" de soportar comportamientos incívicos. Además de la música, también les provocan rechazo los gritos, los jóvenes que hacen botellón en los vagones, la gente que come o quienes no ceden el puesto a ancianos.
Ellos tienen muy claro qué les molesta. Sin embargo, las normas de Metro son ambiguas en sus prohibiciones, lo que impide tomar medidas contra los irrespetuosos. El artículo de "Infracciones" del Reglamento de Viajeros remite a la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres y al Real Decreto que la desarrolla, del año 1990. La única alusión que hace este decreto a los comportamientos incívicos está en el punto 1.12 del artículo 293: "Queda prohibido a los usuarios todo comportamiento que pueda considerarse molesto u ofensivo".
Esta falta de concreción contrasta con las normas de los buses de la EMT, mucho más explícitas. El decreto que lo regula, del año 2000, incluye en su artículo 11 que las "obligaciones de los viajeros" son, entre otras, "no utilizar radios ni aparatos de reproducción de sonido a volumen molesto", "no viajar con animales", "respetar las reservas de asiento para personas de movilidad reducida", "no escribir, pintar, ensuciar o dañar" y "abstenerse de comer en los vehículos".
"Esa ambigüedad nos deja las manos atadas"
Los vigilantes del metro, encargados de hacer cumplir las normas, consideran que el reglamento les impide atajar las actitudes molestas. "Habría que estipular más claramente qué es molesto, como en el bus. Esa ambigüedad nos deja las manos atadas y es imposible ejercer la autoridad", apunta Luis Bernal, portavoz de Seguridad de CC OO. "Cuando encontramos un caso así solo podemos pedirle que 'por favor' bajen el volumen. No se puede ser más contundente", añade Pedro Sánchez, vigilante y miembro de UGT.
Los viajeros están ya tan resignados que "solo se han presentado seis quejas por la música desde enero", dice Metro. "La gente no presenta protestas formales, se cambian de vagón o se resignan", admiten en el suburbano. Mientras, el colectivo de usuarios Ecomovilidad cree que "vendría bien actualizar el reglamento para no dejar hueco al incivismo", según Fernando de Córdoba.
Prohíben las rifas y saltar del vagón
El reglamento que utiliza Metro no prohíbe explícitamente la música o los gritos. Pero sí censura comportamientos menos habituales como "organizar rifas", los "juegos de azar" o "subir y bajar del tren estando este en movimiento".
Enfrentados por los decibelios
"La gente me mira mal cuando pongo el reggaeton". Tetuane, oye música en el metro con un altavoz.
Este joven va siempre pegado a su reproductor de audio, un nuevo modelo con altavoz incorporado que se escucha en todo el vagón: "Tengo de todo: reggaeton, hardcore... La gente me mira mal, como si hubiera matado a alguien, pero no creo que moleste mucho. A veces vienen los vigilantes para que baje el volumen, pero lo bajo un poco y ya está".
"Lo que pasa es que se les permite". Cisco, quiere "viajar tranquilo" en el metro.
Cisco va con sus cascos en el metro y le "molesta un montón" la gente que no respeta el silencio. "No entienden que es una falta de respeto. Y eso, en parte, es porque se les permite, así que habría que prohibirlo. Les gusta hacerse notar, pero yo no soy nadie para recriminarles su actitud, prefiero evitar problemas".
"Quieren llamar la atención". Jimena, "harta" de los móviles con música.
Jimena no comprende a las personas que escuchan la música alta en el metro: "A mí me daría vergüenza que escucharan mi música. Para eso están los auriculares. Yo los utilizo, y a veces escucho más su música que la mía: la llevan a toda pastilla. Y lo peor es que está muy de moda, lo hacen por llamar la atención".
Igual que ella, el resto de los usuarios consultados por 20 minutos se declaran "cansados" de soportar comportamientos incívicos. Además de la música, también les provocan rechazo los gritos, los jóvenes que hacen botellón en los vagones, la gente que come o quienes no ceden el puesto a ancianos.
Ellos tienen muy claro qué les molesta. Sin embargo, las normas de Metro son ambiguas en sus prohibiciones, lo que impide tomar medidas contra los irrespetuosos. El artículo de "Infracciones" del Reglamento de Viajeros remite a la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres y al Real Decreto que la desarrolla, del año 1990. La única alusión que hace este decreto a los comportamientos incívicos está en el punto 1.12 del artículo 293: "Queda prohibido a los usuarios todo comportamiento que pueda considerarse molesto u ofensivo".
Esta falta de concreción contrasta con las normas de los buses de la EMT, mucho más explícitas. El decreto que lo regula, del año 2000, incluye en su artículo 11 que las "obligaciones de los viajeros" son, entre otras, "no utilizar radios ni aparatos de reproducción de sonido a volumen molesto", "no viajar con animales", "respetar las reservas de asiento para personas de movilidad reducida", "no escribir, pintar, ensuciar o dañar" y "abstenerse de comer en los vehículos".
"Esa ambigüedad nos deja las manos atadas"
Los vigilantes del metro, encargados de hacer cumplir las normas, consideran que el reglamento les impide atajar las actitudes molestas. "Habría que estipular más claramente qué es molesto, como en el bus. Esa ambigüedad nos deja las manos atadas y es imposible ejercer la autoridad", apunta Luis Bernal, portavoz de Seguridad de CC OO. "Cuando encontramos un caso así solo podemos pedirle que 'por favor' bajen el volumen. No se puede ser más contundente", añade Pedro Sánchez, vigilante y miembro de UGT.
Los viajeros están ya tan resignados que "solo se han presentado seis quejas por la música desde enero", dice Metro. "La gente no presenta protestas formales, se cambian de vagón o se resignan", admiten en el suburbano. Mientras, el colectivo de usuarios Ecomovilidad cree que "vendría bien actualizar el reglamento para no dejar hueco al incivismo", según Fernando de Córdoba.
Prohíben las rifas y saltar del vagón
El reglamento que utiliza Metro no prohíbe explícitamente la música o los gritos. Pero sí censura comportamientos menos habituales como "organizar rifas", los "juegos de azar" o "subir y bajar del tren estando este en movimiento".
Enfrentados por los decibelios
"La gente me mira mal cuando pongo el reggaeton". Tetuane, oye música en el metro con un altavoz.
Este joven va siempre pegado a su reproductor de audio, un nuevo modelo con altavoz incorporado que se escucha en todo el vagón: "Tengo de todo: reggaeton, hardcore... La gente me mira mal, como si hubiera matado a alguien, pero no creo que moleste mucho. A veces vienen los vigilantes para que baje el volumen, pero lo bajo un poco y ya está".
"Lo que pasa es que se les permite". Cisco, quiere "viajar tranquilo" en el metro.
Cisco va con sus cascos en el metro y le "molesta un montón" la gente que no respeta el silencio. "No entienden que es una falta de respeto. Y eso, en parte, es porque se les permite, así que habría que prohibirlo. Les gusta hacerse notar, pero yo no soy nadie para recriminarles su actitud, prefiero evitar problemas".
"Quieren llamar la atención". Jimena, "harta" de los móviles con música.
Jimena no comprende a las personas que escuchan la música alta en el metro: "A mí me daría vergüenza que escucharan mi música. Para eso están los auriculares. Yo los utilizo, y a veces escucho más su música que la mía: la llevan a toda pastilla. Y lo peor es que está muy de moda, lo hacen por llamar la atención".
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