Los escoltas son de otra casta como los vigilantes de seguridad porque sus trabajos implican horarios, riesgos y un plus de incertidumbre que no son fáciles de llevar. En este programa vamos a conocer la otra cara de estos trabajos y cómo los escoltas, principalmente, viven una doble vida. Una es la profesional en la que se juegan la vida para proteger a sus vips, algunos incluso la pierden cuando trabajando en el País Vasco revisan los bajos del coche del político que protegen y una bomba estalla. Porque ellos son las víctimas en muchas ocasiones. Además, en ocasiones, ellos se convierten en el hilo conductor para llegar a sus protegidos, o peor aún, sus familias. En definitiva, el día a día de un escolta en las zonas más calientes, sobre todo, es muy duro. También para sus familias que tienen que convivir con el anonimato, la soledad, la confidencialidad y se tienen que adaptar a las normas de seguridad que los escoltas aplican en el ámbito privado y familiar para proteger a los suyos. Nadie debe sabe a qué se dedica el hombre de la casa, hay que tener cuidado con lo que se les cuenta a los hijos, y la mujer vive pendiente del teléfono todo el día por si hay malas noticias. Muchos acaban renunciando a tener familia y sus amigos son otros compañeros de profesión, los únicos con los que pueden descargar tanta tensión. Una tensión y un estrés que acaba con la vida de muchos escoltas. El índice de suicidios es bastante alto pero no se habla de ello. (25/07/10)
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