El chiringuito Escribano está situado en la Misericordia, junto a la chimenea Mónica. :: J. A. PORTILLO |
La víctima se quitó las ligaduras de los tobillos y corrió hasta la calle para pedir auxilio
La Policía Nacional investiga un asalto violento en un establecimiento hostelero de la capital. Ayer, el vigilante del chiringuito Escribano, que lleva abierto casi medio siglo en la playa de la Misericordia, fue maniatado y amordazado por un grupo de ladrones, que robaron el dinero de la recaudación.
Los hechos ocurrieron a las tres y media de la madrugada del domingo al lunes, cuando el local se encontraba cerrado al público. El vigilante estaba viendo la tele en el salón cuando fue abordado por tres individuos. Los delincuentes, veinteañeros, españoles y, por su acento, posiblemente malagueños, ocultaban sus rostros con pasamontañas.
Los ladrones entraron en el chiriguito por una de las puertas correderas de cristal que dan acceso a la playa. Al sorprender al guarda, lo primero que hicieron fue quitarle la riñonera que portaba en busca de su móvil para impedir que llamara.
Tras ello, uno de los asaltantes le puso unas tijeras en el cuello y le exigió que les entregara el dinero de la caja. El vigilante contestó que no sabía dónde se guardaba la recaudación, según relataron a SUR fuentes del establecimiento. El hombre recibió un fuerte golpe en la cara, que le causó un hematoma.
Cables cortados
Los cacos maniataron y amordazaron a la víctima con cinta de embalar. Luego le obligaron a tenderse en el suelo mientras ellos registraban el local, que está junto a la chimenea Mónica. Rompieron los cristales de la puerta de acceso a la zona de la barra y una vez allí, cortaron todos los cables -incluido el del teléfono- para dejar incomunicado el chiringuito.
Camparon a sus anchas durante unos minutos hasta que el guarda pudo liberarse de las ligaduras que tenía en los tobillos y salió corriendo del establecimiento, pidiendo auxilio a gritos. Varios vecinos de los bloques de pisos de la zona, situados junto a la 'chimenea Mónica', se asomaron al escuchar el alboroto y, al ver que el vigilante estaba en apuros -aún no se había podido quitar las ataduras de las muñecas-, avisaron a la policía.
Los ladrones permanecieron unos minutos más dentro del chiringuito haciendo acopio de los objetos de valor que hallaron a su paso. Lo cargaron todo en el cubo de la basura, que usaron para acarrear el botín, según explicaron las mismas fuentes.
Además de dinero, sustrajeron varias botellas de licor, un jamón, un monitor de ordenador y una impresora, aunque algunos de estos artículos -entre ellos el fiambre- se les cayeron por el camino, por lo que pudieron ser recuperados por los dueños del negocio. Como curiosidad, se llevaron hasta una mochila que contenía libros escolares de un niño, así como varios helados. «Debieron de comérselos en la huida», bromeaba ayer una empleada del local.
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