A cambio de la chatarra que generen, este gitano vela por que nadie se cuele dentro de estos recintos
La vigilancia calé se extiende por Vitoria. Primero fue en el polígono de Esmaltaciones San Ignacio, donde unos carteles indicaban que aquellas obras estaban vigiladas «por gitanos». El caso sorprendió porque era inusual en la capital alavesa, pero no es el único. En Salburua también hay rondas nocturnas de este tipo, tal y como ha podido confirmar EL CORREO. El patriarca Luis se encarga de ellas. Y le sobran uniformes para asegurar que allí no robará «nadie» porque «hasta los de Miranda» saben que esos tajos son intocables.
Los carteles colgados en el Paseo de la Ilíada de Salburua avisan de que hay que «respetar» esas obras porque están a cargo de un gitano. Se trata de dos promociones de viviendas que se levantan al final del polígono de Arkayate, frente e las vías del ferrocarril y muy cerca de los pueblos de Elorriaga y Arkaute.
Testigos de estas prácticas aseguran que el gitano Luis no pide dinero. Él se limita a garantizar que la obra estará protegida de forma gratuita «a cambio de llevarse la chatarra», con la que después hace negocio. Nadie certifica cómo se vigilan esas construcciones, ni siquiera si realmente hay alguien que vela por ellas. «La verdad es que nunca se sabe si alguien te va a robar a pesar de esto, pero es mejor que nada», explican.
También en Esmaltaciones
Luis parece convencido de la efectividad de su vigilancia. Según explican los mismos medios, ha asegurado a los trabajadores de Salburua que «ha avisado a todos los gitanos, incluidos los de Miranda, de que las obras que llevan su cartel no se tocan».
Esta singular vigilancia sale a la luz apenas una semana después de que este periódico desvelara que otro clan cobraba «entre 500 y 600 euros» al mes por cuidar de la urbanización donde se harán 904 viviendas, promovidas por el Consistorio, en la antigua parcela de Esmaltaciones San Ignacio. Los paralelismos entre ambos casos van más allá de que los guardas de la primera obra también aprovechasen para aliviar de chatarra a los obreros, aunque de momento no se puede afirmar que haya en Vitoria una mafia dedicada a este tipo de negocios, como ocurre en Madrid o Valencia.
Cuando se destapó la 'peculiar' vigilancia del tajo de la calle Heraclio Fournier, las empresas de seguridad privada que realizan este tipo de trabajos pidieron al Ayuntamiento que acabase con el «intrusismo» de los gitanos. «Se trata de una práctica ilegal que, si no se corta de raíz, se extenderá como la pólvora y generará problemas», explicaron responsables de este sector. Todo apunta a que esta predicción puede llegar a cumplirse.
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